“Habiendo oído de vuestra fe en Cristo Jesús, y del amor que tenéis a todos los santos, a causa de la esperanza que os está guardada en los cielos, de la cual ya habéis oído por la palabra verdadera del evangelio”
Colosenses 1:4-5

Seguimos nuestra serie “pasión en la prisión” y entramos en la carta del apóstol Pablo a los Colosenses. Los cristianos en Colosas formaban una iglesia que el apóstol no había plantado personalmente.Es más, el escribe a la iglesia como a aquellos que “nunca han visto mi rostro”.

Uno podría pensar, cómo es posible que Pablo escriba con tanta seguridad sobre personas a quienes no conocía personalmente. Sin embargo, él estaba en contacto con Epafras, a quien llama su “consiervo” y quien fue el encargado de presentar el evangelio en la ciudad. Epafras había informado a Pablo acerca de los colosenses y esto era suficiente para que Pablo hablase de lo maravilloso del obrar de Dios en sus vidas.

El apóstol resalta algunos frutos que están presentes en todo creyente que ha recibido el evangelio y que estaban presentes en los colosenses:

Pablo había oído de la “fe en Cristo Jesús” de los colosenses. Creer en Jesús no es algo que podamos dar por sentado, en un milagro. La respuesta al contacto con el evangelio de salvación, al obrar del Espíritu Santo, esto es creer en Jesús.

Pablo habla también del “amor que tenéis a todos los santos”. El amor al hermano es un fruto que aparece como consecuencia de la fe en Cristo. El hecho de que exista este amor que sobrepasa los lazos de sangre es un producto del obrar del Espíritu Santo.

Finalmente, Pablo habla de la “esperanza”. La seguridad del cristiano con respecto a su eternidad es otro fruto claro del Espíritu.

Esto frutos deben ser para nosotros siempre motivo de gratitud y ánimo.

Pr. Federico M. Fretes