No nos cansemos, pues, de hacer el bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. (Gálatas 5:9)

Iniciábamos este año con el lema: “Firmes y Adelante” y ha sido un año muy especial pues cumplimos como iglesia 60 años de ministerio. Fue muy especial recordar nuestros inicios, nuestro pacto, y motivarnos hacia adelante con el ejemplo de aquellos que en respuesta obediente al llamado del Señor plantaron y regaron el ministerio de nuestra iglesia y el mismo Señor ha dado el crecimiento.

Hemos renovado nuestro compromiso para ir hacia lo que está en frente seguros de que el Señor quiere usarnos aún. Al terminar este año tenemos esta exhortación de la Palabra: “No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos” (Gálatas 6:9)

El apóstol Pablo escribía a una iglesia que enfrentaba el mayor de los peligros: volverse atrás hacia el legalismo, olvidar la gracia. Cuando pensamos en el “bien” debemos comprender que incluye todo aquello que contrasta con los valores y enseñanzas del reino de Dios que se nos ha dado. Hacer el bien puede significar mantenernos firmes ante las tentaciones del mundo y el pecado que acecha. Pero también, así como los gálatas, hacer el bien puede significar evitar ser seducidos por los tentáculos del soberbio legalismo.

Hacer el bien cansa, por esto la admonición “no nos cansemos”. Seguir al Señor, ser fieles a su reino, e incluso depender de la gracia puede agotar nuestros músculos espirituales. Esto es así no porque el Espíritu que mora en nosotros se canse, sino que aquella carne que sigue activa en nosotros nos desgasta.

Hacer el bien no siempre ve los resultados de forma instantánea, esto humanamente es desmotivador. Pero nosotros somos los que andamos por fe y no por vista, los que esperamos cielos nuevos y tierra nueva, por lo tanto, nuestra expectativa debe estar no en nuestro tiempo sino en el tiempo perfecto de Dios. No hay duda, la recompensa del bien llegará indefectiblemente, a su tiempo, por lo tanto, no desmayemos.

Sigamos Firmes y Adelante amada iglesia.

Pr. Federico M. Fretes